jueves, 26 de septiembre de 2013

WANDERERS: EL PRIMER GRANDE

Cuando hablamos de los clubs más grandes del fútbol mundial, nos referimos indudablemente a aquellos cuya historia y palmarés están más laureados de triunfos y éxitos, a aquellos que en determinados momentos alcanzaron la gloria con sus proezas en el terreno de juego.

Hoy día, los "Grandes" lo son por su historia, por sus títulos, por sus hazañas en una época cualquiera. Es un privilegio del que se jactan equipos poderosos como el Real Madrid, Barcelona, Juventus, Inter, Milán, Manchester United, Liverpool, Ajax, Bayern y tantos otros que han escrito páginas brillantes en la historia de este deporte; pero mi imaginación se remonta mucho más lejos, al principio, al año 1872 (hace 141 años) cuando se celebró el primer torneo con carácter oficial del mundo: la Copa de Inglaterra. En aquel año no existía la historia, era el comienzo del viaje, y los Wanderers (vagabundos) ganaron la final al Royal Engineers (ingenieros de la Royal) por un gol a cero.


Los Wanderers, un equipo de aficionados formado por escolares que acudían al Forest Club de Epping, ganaron la Copa Inglesa cinco veces en sus primeros siete años de existencia, tres de ellas de forma consecutiva.


Cuentan que en cierta ocasión, cuando los Wanderers visitaron la ciudad holandesa de Leiden, fueron transportados al campo en un carruaje tirado por cuatro caballos negros que ostentaban un adorno de negras plumas funerarias. El carruaje cruzó en el trayecto el cementerio local, contiguo al terreno de juego, y los Wanderers perdieron su récord de largo tiempo sin conocer la derrota. Después del partido, se negaron en redondo a volver por el siniestro camino, por temor a que aquella ruta influyese negativamente en futuros encuentros.

Los Wanderers desaparecieron en la lejanía del tiempo, sus gestas gloriosas han caído en el olvido, sus hazañas se consumieron en el fuego del infierno, destinado a los que no pueden sobrevivir; pero sus cenizas se esparcieron por el mundo como las estrellas en el cielo.




Por:

J. Eduardo Valverde

No hay comentarios: