Por Pedro Rojo
Julio
Cesar Benitez fue un fenomenal jugador uruguayo que pasó por Valladolid y
Zaragoza antes de recalar en el Barcelona. Era un lateral derecho muy veloz, el
único capaz de parar al mejor extremo izquierda de todos los tiempos, el
madridista Paco Gento. Murió muy joven, ya en la Ciudad Condal con tan solo
27 años, se dijo que de una intoxicación por mejillones en mal estado que
degustó en Andorra y que le creo una infección, complicada con un fallo renal
agudo, en fin, tenía fama de ser muy juerguista, fama de “bon vivant” como se
dice en Cataluña.
Una
noche volvía de juerga, bien entrada la madrugada, cuando le paró un caballero
que apenas si se tenía en pie: su borrachera era fenomenal, solo balbuceaba:
“Yo a ti te conozco, yo a ti te conozco”.
Benitez le metió mil duros de la época (años 60) en un
bolsillo, lo que alarmó a su acompañante: “¿Por qué le das todo ese dinero,
Julio?, le preguntó a su amigo. “¿ Y la cara que pondrá este tío cuando se
despierte?”, le contestó Benitez, que solo lamentó no poder presenciar la
escena.
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