ANÉCDOTAS FUTBOLISTICAS
POR PEDRO ROJO
Los árbitros siempre han estado en el punto de mira de los
aficionados, en ellos se han ido “desahogando” los hinchas ante cualquier
decisión que se haya visto perjudicado su equipo.
Lo más común de ver y oír en un campo de fútbol es una gran
cantidad de adjetivos descalificativos que tienen que soportar los colegiados,
siendo la palabra más habitual esa de hijo de …. las cuatro letras.
El lanzamiento de objetos a un terreno de juego es otra de
las “costumbres” que tienen adquiridas muchos aficionados. Desde el botellin de
agua y la moneda, hasta la cabeza de cerdo en el Nou Camp o incluso una motocicleta
en la liga italiana, por poner algún ejemplo reciente.
Pues bien, la anécdota de esta semana ocurrió en el Campo de
la Cruz. Nunca una bota de vino había dado tanto de que hablar.
Los hechos sucedieron varias décadas atrás, jugaban la U.D.
Alhamameña y el Naval de Cartagena en partido de 2ª regional. Arbitraba un
jovencísimo Pedro Tristante Oliva ( que llegó a pitar en 1ª División ).
Precisamente el que escribe este articulo se encontraba esa tarde presenciando
el el encuentro a escaso metros de donde ocurrieron los hechos. El partido se
estaba jugando con total limpieza, iba ganando el Naval 0-1, cuando se llegó al
final de la 1ª parte, y cuando el árbitro se dirigía a los vestuarios, un
aficionado le lanzó la bota de vino ( 5 litros), con la mala suerte que le dio
en la cabeza del árbitro y ésta ( la bota ) se reventó por completo.
Hay que resaltar que si no llega a ser por el capitán y
entrenador Paco Montijano y Paco el Kiny que lo sujetaron al árbitro, éste
hubiera caído redondo al suelo. Lo metieron a la caseta y observaron que tenía
una brecha, además la cabeza no paraba de manar ¡vino! el pobre muchacho se pasmó. Esa tarde había un médico allí,
familiar de dos jugadores locales, y enseguida le hizo una primera exploración.
Esto ocurrió en las mismas narices de dos sargentos de la
guardia civil, uno de ellos había ascendido esa misma semana y estrenaba traje,
que quedó totalmente manchado de vino.
Lógicamente el partido se suspendió y ante el griterío de la
gente que lo abucheaba lo sacaron para llevarlo al Ambulatorio. Allí fue
atendido por Aurelio que llevaba poco tiempo en Alhama. Efectivamente llevaba
una brecha y hubo que darle tres puntos de sutura.
La sanción que sufrió el equipo fue de 3 partidos con el
campo cerrado, teniéndose que disputar a 100 km. entre ida y vuelta, además de
una sanción económica.
Otra de las consecuencias que tuvo la agresión fue la
obligatoriedad de cubrir la zona por donde salían los jugadores y árbitros,
vamos, que tenían que hacer un foso, que luego se apañaría colocando un par de
chapas de uralita que cubrían los
escalones.
Una vez cumplida la sanción la U.D. Alhameña volvería a
disputar sus partidos en el Campo de la Cruz. Ahora bien, muchos aficionados
aprovecharon que la noticia había corrido como la pólvora por toda la región,
para meterles presión a los árbitros, de tal manera que a las primeras de
cambio les decían aquello de: ¡Árbitro, que va a ver bota!.
Este tipo de gamberradas estaban a la orden del día, en
muchos campos ha sucedido algo similar,
lo más natural es que te arrepientas de inmediato, pero el daño ya esta hecho,
aquello le sucedió a un chaval que empezaba, su buen hacer en el arbitraje le
llevó años más tarde a dirigir partidos en ¡1ªdivisión!. De Alhama se llevó un
triste recuerdo, dirigió su partido más“corto” y a la vez el más “largo” de su carrera
deportiva.
Hay dos formas de contar este tipo de anécdotas, una tal y
como arriba se expresa y la otra usando la picaresca, de modo que el Guardia
Civil que estrenaba traje, cuando llegara a su casa, su mujer le diría: ¡de
donde vendrás con esa “peste” a vino, ahora me dirás que vienes del fútbol!.
Si la contásemos de forma taurina, podríamos decir que este
tipo de lanzamientos son agradecidos, porque el “maestro” bebe vino y después
te la devuelve, y es que, hay maneras y maneras de lanzar una bota de vino….
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